jueves, 17 de noviembre de 2011

LA LUCHA ES EL UNICO CAMINO.



            LA LUCHA ES EL ÚNICO CAMINO.


            En las últimas décadas distintas modificaciones legales han ido arrinconando a la clase trabajadora y haciéndola perder su poder social. Ese proceso se ha acelerado hasta lo insoportable en el último año  La tan traída y llevada flexibilidad (aún en su forma maquillada: la flexiseguridad) no ha hecho otra cosa que debilitar y precarizar a los sectores más numerosos de la clase trabajadora.

            La contratación temporal (que sigue siendo la que más se realiza cada año), el trabajo a tiempo parcial manipulado para convertirlo en “trabajo a la carta”, la contratación indefinida con derechos recortados (el llamado “contrato de fomento”), las Empresas de Trabajo Temporal y las agencias privadas de colocación, la subcontratación, el despido prácticamente libre y pobremente indemnizado, la legalización y la tolerancia con las “zonas grises” con las que los empresarios consiguen lisa y llanamente huir del cumplimiento de los derechos laborales (falsos autónomos, becarios, migrantes…); todo ello ha servido para hacer que la precariedad campara a sus anchas en el mercado de trabajo español. La época del trabajador con contrato fijo y con derechos ha llegado a su fin. Eso sólo lo ven unos cuantos, a los que se ataca llamándoles “privilegiados” porque mantienen, en la cuerda floja, algunos derechos que deberíamos tener todos. Un mal ejemplo, dicen los medios de comunicación pagados por los patrones.

La realidad laboral para la mayoría de la población es la de una relación siempre débil con el puesto de trabajo, ante la espada de Damocles del despido facilitado; la de la rotación acelerada de períodos de trabajo y paro; la de la ausencia de todo derecho laboral; la de interminables jornadas y falta de seguridad e higiene; o la del desempleo puro y duro, utilizado por el empresariado para imposibilitar toda reivindicación del elemento asalariado.

La reforma laboral ha sancionado y profundizado este escenario. La reforma de la negociación colectiva pretende llevarlo aún más lejos al impedir todo contrapoder sindical en el ámbito laboral y al intentar enfrentar a unos trabajadores contra otros (esa es, al fin y al cabo, la finalidad de que los convenios se negocien en la empresa y no en el sector). La reforma de las pensiones promete a los jóvenes, después de una vida de precariedad y trabajo sin derechos, una ancianidad con míseras prestaciones. Las próximas reformas del nuevo gobierno, en cumplimiento de las órdenes de los financieros que crearon la crisis y ahora pretenden que la paguemos, navegarán en la misma dirección.

Ya es suficiente. Es la hora de una respuesta contundente.

No podemos ceder más. Estamos transitando el camino a un empobrecimiento generalizado y fatal. Pero las resistencias a las amargas recetas que pretenden imponernos empiezan a aparecer por todos lados: desde las costas de Túnez o Egipto a las calles griegas o las plazas de nuestro país. La resistencia es un hecho. Ahora es responsabilidad de cada uno decidir si va aguantar que le roben y le esclavicen sin rechistar
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Defender los derechos del Trabajo, acabar con la precariedad, devolver la dignidad a la clase trabajadora, es la única apuesta que puede inaugurar un futuro mejor para todos nosotros.


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